Mes: octubre 2012

Automatics – Wilson, Love Me (2001)

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Se trata de lo último que publicó el grupo de Linares allá por el año 2001, después de una década de guitarras distorsionadas, melodías efectivas y sonido británico que fue creciendo en adeptos a medida que iban girando y publicando discos.

Wilson, Love Me cuenta únicamente con tres temas, y quizás no sea el trabajo más redondo de la banda (para mí sin duda lo es» Space Rock Melodies» (1997)), pero sí guarda esa sensación de despedida que envuelve cada tema, y por esa razón lo destaco.

Como era habitual, los temas estaban compuestos en inglés con José Lozano a los mandos de la nave sónica (más tarde en Universal Circus), y en este caso el sonido de las guitarras giraban en un tono algo más limpio y cristalino, que ya habían probado en «Duty» (1999). El primer tema, «An Empty Page» recuerda a los Automatics más eléctricos, con la colaboración de J de Los Planetas, mientras que «Big Lies Under a Summer Rain (Wilson, Love Me)» da un punto de pausa o cierta melancolía al EP. Por último «The Night Poacher In The Hall», con la que dicen adiós a su andadura y que si bien es cierto que no está a la altura de las anteriores, es un intento de despedida eléctrica y enérgica…

Sufjan Stevens – All Delighted People (2010)

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Clasificar a Sufjan Stevens es ciertamente complicado. Desde luego cuenta con un profundo poso de la música americana, del country-folk, del pop de cámara, algo de psicodelia… y todo lo mezcla con maestría para generar algo completamente nuevo a su antojo. En su discografía hay cabida para casi todo, y desde luego le gusta jugar con la sorpresa y con la reinvención constante. Puede gustar o aburrir, pero desde luego que no se le puede tachar de conservador.

Después de grandes alabanzas recibidas tras la publicación de «Greetings from Michigan» (2003) y sobre todo de «Illinoise» (2005), como parte de su proyecto de sacar un disco por cada estado de los EEUU, dio diferentes giros hasta llegar a este «All delighted people EP», que supuso el adelanto de su «The age of Adz» (también muy reconocido por la crítica) en 2010.

Se trata de un EP de 8 canciones y casi 60 minutos de duración… por lo que EP se le puede quedar un poco grande, y reúne los descartes del LP que publicaría poco después. El término «descartes» solamente se puede justificar porque no hubieran encajado para el norteamericano, porque realmente se trata de canciones con un gran nivel, con una sonoridad muy potente, grandes arreglos vocales y de cuerda que acompañan su genuina y cristalina voz. Aparecen también sintetizadores, vientos y teclados que mantienen ese aire de grandiosidad que envuelve las canciones, en las que aparecen numerosos cambios de ritmo, de estructura…. un auténtico mosaico sonoro.

Difícil destacar una canción, porque desde el tema de apertura y que da nombre al EP (majestuoso en sus dos versiones), la delicadeza de «Heirloom», el optimismo de «From the mouth of Gabriel», o el tono más americano de «Arnika» hacen de este disco más que recomendable.

Kila – Soisin (2010)

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Estando en Dublín me pude hacer con el entonces reciente disco de Kila, titulado «Soisin». Una vez en casa, pude empezar a descubrir este giro tan profundo del sonido enérgico y vivaz de los Kila que conocía, entregando en esta ocasión un remanso de sosiego y tranquilidad que es este Soisin.

Como ocurre en muchos de los trabajos del mundo celta, la obra está concebida con un aire conceptual basándose en esta ocasión en la vida de Máire ‘Soshin’ O’Halloran, una joven de Dublin que se fue de viaje a Japon para integrarse en el mundo budista y convertida en una especia de «santa» budista. Su historia sirvió de inspiración y germen de este Soisin, engarzándose a partir del tema central del disco, que Colm Ó Snodaigh compuso teniendo la vida de Máire en la mente.

Los 10 temas que componen este «Soisin» desprenden la quietud, la contemplación, la paz y harmonía del mundo zen, y desde su apertura con «The kissing gate» (con la cálida voz de Dee Amstrong), pasando por «The Derry Time», «1st Ave», «Soisin» o «Miles na bPiobairi» te va llevando de viaje tan lejano como apasionante.

Phil Cunningham & Aly Bain – Roads Not Travelled (2006)

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Aunque no soy un gran devorador de música celta, sí forma parte de mi vida y es un estilo que de forma periódica va llenando episodios en mis días. Y para inaugurar este «género», he decidido hablar de esta maravillosa obra compuesta por dos músicos escoceses: Aly Bain y Phil Cunningham. Para mí, una obra maestra.

Recuerdo descubrir este álbum camino de A Coruña por la A-52 escuchando a Ramón Trecet en su programa «de cuatro a tres», pinchando «The gentle lights that wakes me» y quedando totalmente hipnotizado por el diálogo entre el acordeón, el violín y el piano, con réplica y contraréplica implacable hasta la unión final, deslizando una melodía bucólica y nostálgica como pocas, la emoción hecha canción, realmente.

El disco está repleto de folk tradicional, de fiesta en el pueblo, de tradición y honestidad, donde se desprende la naturalidad, la emoción y el cariño propio de las cosas que se hacen desde dentro. Recuerda a estas noches en pubs retirados en los que saboreas una pinta mientras asistes a sesiones improvisadas en vivo o simplemente compartes la noche junto a buenos amigos junto a una lareira…

Bonnie ‘Prince’ Billy – Ease Down The Road (2001)

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Will Oldham es un músico poco convencional, y su rastro no es siempre fácil de seguir. Ya sea a través de Will Oldham, de The Palace Brothers, de The Palace Songs, Palace, o de Bonnie ‘Prince’ Billy publica de forma implacable trabajos a veces inverosímiles, canalizando su creatividad a través de un estilo basado en la americana, el country-folk o el lo-fi… para mí es difícilmente clasificable.

Este disco fue el primero que llegó a mis manos, allá por el año 2001. Publicado después de «I see a darkness» (1999), con un sonido muy cercano a la música americana más accesible, con un sonido limpio y agradables harmonías que lo hacen accesible y cercano, donde combina la delicadeza con el ánimo y la esperanza con maestría, sin que haya nada que rompa la magia a lo largo del disco.

«Careless love» , «A king of night», «Just to see my holly home», «Ease down the road» o «Riche wife full of happiness» pueden ser una muestra representativa de este álbum, mostrando los paisajes de verdes prados y vientos del norte con aroma a hierba fresca…

Ruper Ordorika – Hautsi da Anphora (1980)

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Primer disco del cantautor euskaldun Ruper Ordorika, un auténtico referente de la nueva canción en euskera. Corrían los primeros años de la democracia cuando Ruper llegó junto con el escritor Bernardo Atxaga para firmar este disco poético, cargado de costumbrismo del norte y olor a mar y a montaña. Muy alejado de la canción política de entonces, Ruper comenzó otro camino más ensoñador como narrador de historias cercanas, profundamente honesto y sincero, además de ser musicalmente más que interesante. Muy recomendable para realizar un primer acercamiento a la canción vasca cantada en euskera.

Este trabajo va discurriendo de forma relajada a lo largo de sus 10 temas que se hace muy corto gracias a la nostalgia y melancolía que transmiten canciones como «Hi hintzena» (Lo que tú eres), «Kalatxoriarena» (La de las gaviotas), «Sagarrondo bati seaska kanta», «Bertso berriak», o «Zenbait bertso xelebre».

Absolutamente delicioso. Ideal para comenzar un domingo por la mañana.

Zaz – Zaz (2010)

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La vida de Isabelle Geoffroy (Zaz) queda plasmada en este genial debut. Todas sus referencias vitales y musicales han sido registradas en las 11 canciones que componen este disco, tremendamente exitoso en Francia desde su publicación en 2010. En este trabajo homónimo encontramos chanson, jazz, música rumana, pop… casi tan inclasificable como ella, trotamundos y aventurera infatigable.

La secuencia de canciones en la primera parte de discos, encadenando «Les passants», «Je veux», «Le long de la route» y «La fée» es definitiva, te deja sin aliento y te lleva de un lado a otro sin apenas dar tregua. Detacable también es la versión de Edith Piaf «Dans ma rue», «Port Coton» y el sublime y ahogado final «Eblouie par la nuit» (ambas compuestas por Raphaël). Su personalisima voz, tan cálida y rota por momentos, transmite toda la pasión de quien lo ofrece todo con pasión absoluta. Se trata de una persona que ama profundamente las músicas, y eso se nota desde el principio.

En ocasiones, la vida se vuelve algo menos hostil y ofrece justa recompensa a quien se lo merece, y éste es el caso de Isabelle; después de estar dando tumbos tocando desde Chile hasta Rusia, pasando por las calles de Montmatre, logró la posibilidad de trascender de los circuitos de pequeños bares como había logrado hasta entonces, afortundamente para nosotros.

Claire Denamur – Claire Denamur (2009)

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Se trata del primer disco de la parisina (criada en la costa este americana) Claire Denamur, un trabajo de chanson française que transcurre desde la vertiente más tradicional a discursos más pop o blues, bien trabajado y producido, donde predominan los temas de amor y desamor compuestos durante 15 años, hasta que tuvo la oportunidad de entrar en un estudio de grabación para poder hacer realidad su primer largo.

El tema de apertura es el single «Le prince charmant», una canción muy directa y accesible (con un vídeo muy recomendable), aunque quizás pueda eclipsar en un primer momento el resto del disco, o desconcertar un poco porque lo que viene después poco tiene que ver. A medida que se van sucediendo las escuchas la atención se va centrando en el resto del disco, aflorando una riqueza vocal y compositiva que su primer single no es capaz de aguantar. De esta manera empiezan a brillar las lánguidas «La mal aimée», «Il y avait» o «Tout doucement» o también «Mon bonhome» con ese aire burlesque…

Otro debut prometedor que siguen confirmando la salud de la chanson francesa, incorporándose a chicas como Camille, Sandrine Kimberlain, Zaz , Holden o Anaïs,  con las evidentes diferencias existentes en sus respectivos estilos.

Antònia Font – Taxi (2004)

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Tras su aclamado «Alegría», los mallorquines Antònia Font tenían la difícil tarea de decidir el camino a seguir a partir de entonces, y el resultado fue un doble mortal con tirabuzón y medio, que es este proyecto conceptual centrado en extraterrestres y ciencia-ficción de baratillo tan serio y ambicioso como extraño en un grupo de estos lares cantando en su lengua materna, lo que lo hacía si cabe más singular.

Porque «Taxi» no se reduce en una colección de grandes canciones, sino que fue concebido como un proyecto integral que girase en torno a la historia de «Acronia i col·lapse del Dr. Polanski», que es el DVD que acompañaba a su disco así como el libreto de 46 páginas incluido en su interior.

En cuanto a la música, Joan Miquel Oliver despliega una nueva oleada de buenos temas absolutamente pop, dejando de lado los ritmos rumberos y tan mediterráneos de sus trabajos anteriores («Loco» puede ser una excepción) y apuesta por un pop más clásico aunque desenfadado, con presencia de casios, flautas dulces, xilófonos…. por otro lado encontramos toques de vals («Vitamina Sol») o de hip-hop («Astronauta rimador»), siempre con humor y alegría que son marca de la casa.

De momento sigue siendo su disco más completo, más rico y más deslumbrante de su carrera, «Armando rampas», «Extraterrestres» o «Robot» lo demuestran, y a pesar de la desastrosa y evitable versión del «I just called to say i love you» de Stevie Wonder, el resultado final es más que sobresaliente.

Death Cab For Cutie – Transatlanticism (2003)

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Se trata del GRAN disco de la banda de Washington liderada por Ben Gibbard. Si bien hasta la fecha se trataba de un grupo con un buen puñado de canciones que cabalgaban en el indie-rock americano, con buenos estribillos y guitarras algo sucias y con destellos de que podrían llegar más lejos, en este «Transatlanticism» realmente lo hicieron, alcanzando la cima de la creatividad y riqueza emocional.

El disco comienza con toda una declaración de intenciones, con «The new year» jugando con los cambios de ritmo y con un Ben Gibbard pletórico, adquiriendo un papel principal sin  regateos. Un puñetazo en la mesa que ya nos noquea e hipnotiza desde el principio. Sin embargo, a continuación llega el remanso de «Lightness», donde todo se vuelve paz, sosiego y nostalgia, con unas guitarras cristalinas y un sonido de lo más limpio. Después llegará el single «Expo ’86» que nos recuerda a los DCFC que ya conocíamos y la única canción -desde mi punto de vista- prescindible y que desentona con el alto nivel del disco: «The sound of settling».

La segunda parte del álbum es sublime. El tema central «Transatlanticism» es simplemente maravillosa, con un piano (que adquiriría mayor protagonismo en «Plans») y unos arreglos que te llevan a otro nivel emocional (8 minutos memorables) en el que el estribillo se te queda grabado en el cerebro a fuego, la dulce «Passenger seat» donde el tiempo parece detenerse, la brillantez que se puede tocar en «Death of an interior decorator», o el contrapunto enérgico de «We looked like giants» para volver a acurrucarnos en el regazo de la sensibilidad en «A lack of color».

En fin, que se trata un disco repleto de buenos temas, con grandes estribillos, armonías vocales, un sonido limpio y cristalino, y con profundas relecturas que te mantienen enganchado durante una buena temporada.